El pancismo y la dictadura de la estupidez

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Quién no habrá escuchado alguna vez a sus padres decir aquello de »yo no soy de izquierdas, derechas o centro, soy pancista, del que me da de comer». Bien seguro que hay mucha gente que ya sabe lo que significa este término, otros, que no lo saben, bien podrían mirar más arriba el entrecomillado pues aún dicho con débiles palabras podría servir. El pancismo no es más ni menos que el pensamiento conformista de que no hay que luchar por ningún objetivo social mientras tengas tranquilidad, trabajo y la panza llena. Los que piensan así, que por desgracia hay muchos, suelen servirse de un argumento poco sólido y a la vez muy dañino para con nuestra sociedad, »la política es para el político».

Esta argumentación poco sólida ha calado en la sociedad española desde hace ya muchas décadas, la »no lucha», el conformarse con las migajas, la falta de pensamiento colectivo, de formación ya no sólo política sino formación social, de unos valores que ni el mismo político pueda combatir contra ellos. Hay quienes piensan el pancismo es una opción inteligente, porque al fin de cuentas en un cambio de régimen político o social, el pancista, el que se queda en su casa es el que sobrevive, para mí no es más que una decisión cobarde y que va en contra del pensamiento crítico y por lo tanto de nuestra esencia cómo »homo simbolicus».

Hay pancistas que en un debate político o social determinado, a una pregunta incómoda o que no conocen la respuesta, te contestan con acontecimientos Históricos, »Sabías que esto pasó en el siglo tal o cual», ¿Pero que es la Historia más que pasado?. Es importante estudiar los valores históricos, pero basar una creencia, pensamiento o posicionamiento político en base al pasado es un error, un grave error. Y máxime si ese conocimiento histórico va ligado a un pensar tan individualista cómo el pancismo o dicho de otra manera conformismo. Tampoco hay que caer en el pensamiento único, cómo se suele decir »No quiero que pienses cómo yo, sólo quiero que pienses».

También los hay quienes rehuyen del tema, alegando sin más que son temas que no les interesa lo más mínimo, craso error, si hay algo que nos debe interesar al ser humano debe ser todo lo que nos cataloga cómo humanos, y si no desarrollamos ese pensamiento crítico, esa forma colectiva de entender el mundo y de luchar por un bien común para con todos los seres de nuestro planeta es totalmente ridícula nuestra existencia.

¿Hay algún elemento que ayuda a aquellos conformistas a serlo? Obviamente, sí. La creencia de la falsa tranquilidad, tienes una casa, tienes un trabajo, y eres conformista, ¿Pero que pasa cuándo lo pierdes? ¿Sigues siendo conformista? ¿Te conformas con cobrar 426 € de ayuda en un piso tutelado?. Es ahí cuándo el egoísta alza la voz, cuándo lo pierde todo, y pretende que los demás lo escuchen, cuándo él en sus años de conformismo no escuchó ni un ápice de la lucha de los demás, creyéndose que en el sistema que vivía era la gota de aceite suspendida en un vaso de agua, única e indisoluble, multiplicable sí, pero no indisoluble.

Esta manera de pensar viene predominada por la llamada »ceguera» o lo que algunos llaman »dictadura de la estupidez», la necesidad de explicarlo todo y nada a la vez, caer en el risoteo, en la gracia sin sentido, en la diversión cómo elemento fundamental de nuestra existencia. El pensar de que vivir significa disfrutar sin límites y ya está, pasando por alto el aprendizaje, la madurez y el pensamiento. Este sistema, el español, cómo otros muchos, crean idiotas, porqué para ellos es altamente rentable, precisamente ensalza el pensamiento atrás descrito, »la política para el político». ¿Pero la política es un valor extrínseco del ciudadano?. Claramente no.

La política es un valor para el ciudadano y la sociedad, por lo tanto es obligación del ciudadano a empaparse de los valores sociales que les rodean, precisamente para combatir que caigamos en la estupidez a sabiendas.

»Malo es ser estúpido, serlo sabiendo de que lo eres y enorgullecerte de ello, es más malo aún.»

 

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